miércoles, 6 de junio de 2007

DESDE ESTA NOCHE SE ESPERAN A LOS DIABLOS DANZANTES DE YARE

Este jueves es el día de Corpus Christi, justo cuando la población de San Francisco de Yare se invade de colorido con la maravillosa festividad de los Diablos Danzantes.

Durante la noche del miércoles y todo el día jueves se le rinde devoción al Santo Patrono San Francisco de Paula, al Santísimo Sacramento y a Jesucristo. Todo comienza con el velorio donde los promeseros cantan fulías, recitan décimas, rezan rosarios y salves durante toda la noche hasta el amanecer, como parte de las promesas que deben ser cumplidas.

Desde la mañana del jueves de Corpus Christi, los promeseros salen a las calles de San Francisco de Yare, vestidos de diablos, una vestimenta color rojo acompañado de máscaras realizadas por ellos mismos, además llevan una cruz de palma bendita, un rosario y la medalla del Santísimo u otra imagen religiosa, así como una maraca en forma de diablo y un látigo. Así comienza la danza alrededor de la Plaza Bolívar del pueblo de San Francisco de Yare, para luego dirigirse a la iglesia.

La Iglesia San Francisco de Paula es el lugar donde se lleva gran parte de esta celebración, con su arquitectura colonial del año de 1750, la misma se transforma en una imponente obra que domina con su bellaza toda la población.

Finalizada la Santa Misa, la eucaristía es colocada a las puertas de la iglesia, y es cuando se establece una especie de lucha entre los diablos y la custodia de la eucaristía. Los Diablos terminan rindiéndose y arrodillándose como señal de sumisión.

A partir de este momento los demonios danzan por las calles del pueblo de Yare, al son del repique de la caja (un tambor típico de la zona), para luego arrodillarse al unísono frente a la iglesia, permaneciendo postrados en señal de respeto al Santísimo mientras el sacerdote los bendice.

El baile continúa mientras los diablos, quienes pagan una promesa religiosa al convertirse en demonios, visitan las casas de algunos diablos difuntos. La celebración termina cuando al final de la tarde suenan las campanas de la iglesia y la hermandad se dispersa hasta esperando el año próximo, cuando volverán a representar este rito donde el bien debe prevalecer sobre el mal.
Fotografías: Corporación Mirandina de Turismo

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