Sentir la libertad en su máxima expresión, sentir el viento que pasa por ti, donde la adrenalina es la energía que mueve las emociones nacientes al saber que tus pies ya no están en el suelo, y que al mirar hacia abajo ves el espacio que te separa de la tierra; es estar tan cerca del cielo, que sin darte cuenta eres parte de el.
Esas son sensaciones que nacen al lanzarte en parapente desde el Cerro Las González en la ciudad de Mérida, lugar ideal para agarrar los vientos que te llevaran por los cielos merideños, disfrutando desde arriba la increíble ciudad y de las cadenas de montañas que la bordean.
Los minutos antes de lanzarte son de preparación, es un encuentro contigo mismo, es saber que estas muy cerca de ser un punto más del firmamento, es sentir que la vida esta más que nunca en las manos de Dios, ya que se esta tan cerca de el, que sientes como el te acompaña mientras vuelas gracias a la fuerza del viento, ese viento, que es sin duda es el.
Segundos antes la mente queda en blanco y solo se espera por el conteo para comenzar a correr y soltar los pies del suelo, solo instantes después es que te das cuenta que ya estas en el cielo, que estas en el infinito, disfrutando de un paseo tan especial, tan único que desearías pasar el resto de la vida volando tal cual ave que vive constantemente el placer de la libertad.
Esas son sensaciones que nacen al lanzarte en parapente desde el Cerro Las González en la ciudad de Mérida, lugar ideal para agarrar los vientos que te llevaran por los cielos merideños, disfrutando desde arriba la increíble ciudad y de las cadenas de montañas que la bordean.
Los minutos antes de lanzarte son de preparación, es un encuentro contigo mismo, es saber que estas muy cerca de ser un punto más del firmamento, es sentir que la vida esta más que nunca en las manos de Dios, ya que se esta tan cerca de el, que sientes como el te acompaña mientras vuelas gracias a la fuerza del viento, ese viento, que es sin duda es el.
Segundos antes la mente queda en blanco y solo se espera por el conteo para comenzar a correr y soltar los pies del suelo, solo instantes después es que te das cuenta que ya estas en el cielo, que estas en el infinito, disfrutando de un paseo tan especial, tan único que desearías pasar el resto de la vida volando tal cual ave que vive constantemente el placer de la libertad.
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