Desde la ciudad del hierro, donde la modernidad se ve y respira en calles y avenidas, aquella tierra de Guayana, esa urbe bañada por las aguas del Padre Río, ese Orinoco que llama a uno de sus hijos, el cual viene del sur, serpenteando los duros suelos del macizo, para pronto hacer contacto, y mostrar al mundo maravilloso regalo, que solo nuestra vista puede contemplar.
Justo ahí sobre uno de los puentes modernos que pasa sobre el Río Caroní, el Angosturita en San Félix, se puede ver como hay dos aguas que están juntas, pero separadas a la vez, es como si padre e hija se hablaran al verse frente a frente, pero no llegan hacer uno solo, hay respeto del uno por el otro, ya que el Orinoco, el río más caudaloso solo se conforma con ver al lado de el a su hija más impetuosa, a la niña que viene desde las tierras de Canaima, y cuyo nombre significa “Hija de la Luna”.
Cuando se esta en chalana se puede pasar encima de estas dos franjas, esa línea que separa a los dos ríos, la primera, la de aguas turbias, la del Padre Río, la del Orinoco vigoroso, que va en búsqueda del Atlántico, y la otra de aguas de color zafiro, producto de los mineras que arrastra del macizo tan hermoso río, esa hija de la luna conocida como Caroní, que justo llega hasta ahí, un recorrido que termina al entrar en contacto con su respetuoso padre, mostrando el amor más puro, reflejado en dos aguas que respetan sus espacios y su caudalosa libertad.
Esta es solo una de las maravillas que puedes contemplar en la bella Ciudad Guayan, donde el hierro fue el mineral que hizo posible a esta ciudad una realidad, y sus bellezas naturales es la bendición de tranquilidad para una población que sabe que tiene frente a ella a uno de los escenarios más grandiosas de Venezuela y el planeta.
Justo ahí sobre uno de los puentes modernos que pasa sobre el Río Caroní, el Angosturita en San Félix, se puede ver como hay dos aguas que están juntas, pero separadas a la vez, es como si padre e hija se hablaran al verse frente a frente, pero no llegan hacer uno solo, hay respeto del uno por el otro, ya que el Orinoco, el río más caudaloso solo se conforma con ver al lado de el a su hija más impetuosa, a la niña que viene desde las tierras de Canaima, y cuyo nombre significa “Hija de la Luna”.
Cuando se esta en chalana se puede pasar encima de estas dos franjas, esa línea que separa a los dos ríos, la primera, la de aguas turbias, la del Padre Río, la del Orinoco vigoroso, que va en búsqueda del Atlántico, y la otra de aguas de color zafiro, producto de los mineras que arrastra del macizo tan hermoso río, esa hija de la luna conocida como Caroní, que justo llega hasta ahí, un recorrido que termina al entrar en contacto con su respetuoso padre, mostrando el amor más puro, reflejado en dos aguas que respetan sus espacios y su caudalosa libertad.
Esta es solo una de las maravillas que puedes contemplar en la bella Ciudad Guayan, donde el hierro fue el mineral que hizo posible a esta ciudad una realidad, y sus bellezas naturales es la bendición de tranquilidad para una población que sabe que tiene frente a ella a uno de los escenarios más grandiosas de Venezuela y el planeta.
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