miércoles, 12 de marzo de 2008

¿ES JUSTO HABLAR DE GUERRA CUANDO HAY TANTO POR HACER?

Antes de comenzar a escribir estas líneas quiero expresar mis más sinceras disculpas a todos aquellos que hoy visitan este blog en búsqueda de un post que contenga información sobre destinos de Venezuela y el mundo, pero la verdad es que desde hace varios días tengo la mente nublada, por la ausencia de aquel oxígeno que no llega completo, porque en el pecho hay una presión que ahoga los impulsos del corazón.

Desde hace algún tiempo vengo viendo con preocupación el cómo la hermosa gente de esta tierra bendita viene viviendo un distraído instante de adormecimiento, instante que se hace largo en segundos diarios, y que se repiten frente a situaciones que son de tanta importancia, que de ellas se sostienen delgados hilos conductores de energía.

Vivimos aproximadamente una semana en la cual la palabra guerra zumbó en nuestros oídos, como si la misma fuera una cosa tan sencilla como ver una película de ciencia ficción en el cine ó en la televisión que tenemos en casa, pero resulta que esas seis letras juntas definen al instrumento violento para la “solución” de conflictos, que en si misma trae más efectos negativos que soluciones para un colectivo.

¿Es que a caso nosotros entendemos las consecuencias de una guerra? Quizás no en teoría, pero si en nuestro día a día, porque esta sociedad por consecuencia de su propia violencia interna (distinta a la de un choque bélico) semanalmente se llena de tristes noticias por la pérdida de vidas valiosas en manos de individuos que sus armas accionan, que sin sentido le quitan a muchos la oportunidad de dar una última sonrisa a la vida.

Mientras muchos son los que de un lado y el otro hablan tan deportivamente de lo bélico, esta sociedad se sigue debatiendo entre temas que pierden sentido frente a las necesidades de lo más básico. Expresare en este momento dos ejemplos: Como es posible tanta discusión por una prueba interna de las universidades, cuando no le escucho a nadie decir que lo hace falta es fortalecer nuestras escuelas y liceos, tanto en infraestructura, como las condiciones de los maestros y la de los estudiantes, para que los bachilleres de Venezuela vuelvan a tener las herramientas necesarias para poder desempeñarse en cualquier actividad de la vida cotidiana. Como es posible que muchos espacios se dedican a hablar de los nuevos pecados proclamados por la Iglesia Católica (de los cuales no estoy en contra), pero pocos son los que hablan de la terrible contaminación de nuestro Río Orinoco, que en si misma significa la destrucción de gran parte de nuestro reservorio de agua dulce, de vida animal y vegetal, por ende, de espacios vitales para seres humanos que viven en ciudades como en zonas rurales, esto es acortar esperanzas de vida.

Ayer pensaba con tristeza como pocos recordaron la ilustre vida de un hombre como José María Vargas (quien ayer cumplió 221 años de su nacimiento), unos de los grandes médicos de Venezuela del siglo XIX, primer presidente civil de este país, rector de la Universidad Central de Venezuela, y un luchador valioso en pro de la paz y la libertad. Si hoy abriera sus ojos el respetado Doctor con toda seguridad el dolor lo ahogaría al ver como la salud en Venezuela está lejos de sus años dorados, que su querida UCV lucha entre el descuido y la política, y que su tierra natal aun está lejos de ser aquel lugar tranquilo que lo vio crecer.

Como hubiese querido hoy estar escribiendo algo distinto, pero siento la necesidad de contar estas inquietudes, el de cómo pasamos una semana preocupados por esa tensión que iba en aumento con el querido país de Colombia (que los vientos de paz llegaron desde Santo Domingo para calmar los difíciles momentos vividos entre los pueblos de aquella Colombia La Grande de Bolívar), a otra donde muchos siguen hablando del tema como si se tratará de la historia de una telenovela, o el análisis de un juego de beisbol, mientras que se olvidan de buscar en nuestros barrios, calles, avenidas, urbanizaciones, poblados, los héroes venezolanos que cada día colocan un pedazo de esperanza en una tierra que a pesar de todas las dificultades siempre tiene una sonrisa, así como lo hizo un José María Vargas, así lo hacemos muchos venezolanos, pero esa sonrisa no debe quedarse dormida.

1 comentario:

Azul... dijo...

No pidas disculpas, has puesto en palabras lo que muchos llevamos en el corazón y de una forma magistral

te mando un besito